Guardianes de la Madre Tierra en Piratí

PNUDLAC
6 min readAug 8, 2020

A orillas de la carretera que conduce al Tapón del Darién, al este de Panamá, se encuentra Piratí, una comunidad indígena Emberá que destaca por el arte de la pintura corporal con la jagua y por sus famosas esculturas de tagua— también conocida como nuez de marfil o marfil vegetal y que crece en los bosques húmedos tropicales de la región del Pacífico, especialmente en Panamá, Colombia, Ecuador y Perú.

En este humilde poblado, hombres y sobre todo mujeres indígenas están siendo reconocidos por ser ‘Ejua Wadra’ que se traduce a “Guardines de la Madre Tierra”, y tienen un objetivo común: la reforestación para rescatar su cultura

Raquel y Elio Cunanpio son dos líderes de esta comunidad, ambos llevan la voz cantante del gran trabajo que realizan a través de su fundación ‘Ejua Wadra’, que nació hace más de tres años cuenta con el apoyo de las mujeres de la comunidad, quienes empoderadas decidieron involucrar a sus esposos, hijos y el resto de sus familias en la conversación del medio ambiente.

Elio y Raquel Cunampio, líderes de la comunidad. Fotos :Fundación ‘Ejua Wadra’.

Para Raquel y Elio el objetivo es salvar la ‘jagua’ — que se usa dentro de la cultura Emberá para la botánica, la arquitectura y la pintura corporal y que, al rallarse, produce el tinte natural con lo que los Emberá adornan su cuerpo. De allí la razón por la que han incluido en las especies de reforestación, no solo especies maderables, ornamentales y frutales, sino esta planta principal que les preocupa se extinga para mostrar lo más visible de su cultura, la pintura corporal.

“Estamos tratando de fortalecer lo que el bosque da a la cultura Emberá”, manifestó Raquel entre sonrisas y orgullosa de su trabajo.

Cuenta Raquel que el 95% de los participantes son jóvenes y esto es porque viven en una época donde han visto todo lo que ha perdido su cultura y las consecuencias que esto representa, porque según ella, al perderse el bosque, se pierden los conocimientos tradicionales y se debilita mucho la cultura.

“Nosotros vemos lo importante que es el bosque y su rescate para fortalecer la cultura. Estamos muy preocupados porque somos el grupo que está viviendo la consecuencia que trae eso, tal vez los viejos estuvieron en una época de abundancia, donde no se preocupaban por pensar que podían perder los recursos que tenían, pero ya nosotros somos testigos de todo lo que poco a poco va desapareciendo”, explicó.

Fotos: Fundación ‘Ejua Wadra’.

De vivero a un gran proyecto

Para Elio, lo que inició con un pequeño vivero en familia hace más de cinco años, se transformó en una gran iniciativa apoyada por el Programa de Pequeñas Donaciones con financiamiento del Fondo de Medio Ambiente Mundial (GEF), implementado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), cuando lograron acceder como beneficiarios.

“Al principio nos reuníamos en mi casa porque es como un ‘laboratorio de ideas’ y allí han nacido un montón de cosas. Empezó entre familia y amigos. Hoy hay mujeres jóvenes, pero que ya son madres de familia. Creo que soy la mayor, tengo 36 años. Estamos entre los nueve años en adelante y hay dos niños que están en edades de cuatro años, porque siempre están en las reuniones”, afirma Raquel con una sonrisa.

Explicó que, con niños y niñas involucrados en la fundación, han tenido que adaptarse a la necesidad de ellos y ellas, por esto, han hecho reforestaciones dinámicas, ofreciendo talleres de las especies, orientando sobre la importancia de la especie que les permite pintarse dentro de su cultura y lo que representa esta y otras para el bosque.

“Estos niños se han envuelto de lleno, porque las mamás están involucradas en el proyecto. Ellas han sido el motor para motivar a toda la familia, no solo a los niños, también a los esposos y a otros miembros de la familia. Ha sido clave en el éxito para el proyecto la participación de estas madres, porque ellas han sido las que halaron a la gente para que se involucraran y sin tener que obligarlos, de una manera muy linda, porque nos formamos como un grupo y luego como familia”.

Fotos: Fundación ‘Ejua Wadra’.

Definitivamente, esta iniciativa ha impactado de una manera social a la comunidad y ello se debe al rol fundamental de la mujer indígena. En ese sentido Raquel se detuvo para resaltar que “la cultura latina es muy machista y tal vez, inconscientemente, crecemos siendo parte de esto. Muchas mujeres crecen con la idea de que solo estamos hechas para tener un montón de niños, especialmente si somos indígenas. Desde muy joven empiezan a parir, pero este proyecto vino a cambiar un poco este estereotipo, esa idea que se tiene de las mujeres, esto nos ha dado luces sobre las mujeres. Nos ha permitido demostrar que somos capaces de tomar decisiones importantes por la seguridad del ambiente, de la familia y la seguridad alimentaria de esas familias y del grupo al que pertenece. Esto también nos da esperanza de que nosotros podemos depender económicamente del ambiente sin afectarlo”.

Hasta la fecha han logrado reforestar seis hectáreas, todo por su gran interés y por abrir las puertas de su fundación a cualquiera que quisiera participar, por lo que buscarán replicar los beneficios en mayores terrenos de la comunidad, para un futuro próximo expandirse a otras de las cuatro comunidades del Congreso Emberá de Bayano.

Haciéndole frente al COVID-19

Como en otras comunidades indígenas de Panamá — y el resto del mundo — en Piratí también fueron alcanzados por la COVID-19. Según Raquel, a raíz de la situación de la pandemia la organización se adaptó a la necesidad que se está viviendo en el país y han plantado vegetales para proveer a la comunidad de alimentos.

“No tenemos experiencia, pero teníamos muchas ganas de ayudar con lo que podíamos y en lugar de plantar árboles, está vez cambiamos un poco y se hizo el huerto comunal. Hemos tenido muchos tropiezos, porque no tenemos experiencia, pero aun así estamos aprendiendo y viendo cómo sacamos el huerto para beneficiar a las familias que han sido afectadas directamente”, detalló.

COVID-19 presenta un reto para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ahora más que nunca, las soluciones desde las comunidades son las que tendrán un mayor impacto en su cumplimiento. Piratí está demostrando que, implementando principios como la igualdad de género y acciones inclusivas, se puede trabajar mejor para alcanzar acciones por el clima y la protección de los sistemas terrestres. Hoy más que nunca el compromiso con los ODS está presente en esta comunidad.

“Aquí lo que nos sobra para continuar es entusiasmo y lo que queremos son aliados y no estar solos, porque somos inexpertos, pero si tenemos a alguien que quiera lanzarse con nosotros, estamos dispuestos”, afirmó Raquel.

Miembros de ‘Ejua Wadra’. Fotos: Fundación ‘Ejua Wadra’.

Texto: Larisa de León, PNUD Panamá.

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